¿Tienes problemas de humedades en fachada? A lo largo de este post iremos aprendiendo cómo incide el agua de lluvia sobre las fachadas del edificio, los puntos conflictivos, como las cornisas, las terrazas, los vierteaguas, canalones y bajantes, zócalos, etc. También veremos los tipos de humedades en fachadas, sus causas, los fallos más frecuentes, el deterioros de sus materiales, patologías y recomendaciones generales y puntuales.
Cuando existen precipitaciones en forma de lluvia, el agua se desplaza paralelamente a las fachadas del edificio debido al efecto de la gravedad, siempre y cuando no exista la presencia de vientos. Así pues, es la acción del viento la que empuja el agua hacia la fachada, filtrándose en los materiales por su porosidad y/o en zonas discontinuas del revestimiento.
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Así pues, la geometría o disposición de la fachada es un factor a tener en cuenta en el fenómeno de mojado de la fachada. De ahí la importancia de la buena ejecución de las juntas constructivas donde existan discontinuidades, ya sean generadas por grietas o por el diseño estructural o constructivo.
El agua que accede a la fachada, depende de la porosidad del material, su textura, su dureza y la disposición geométrica. En este sentido, la fachada se comportará de una manera o de otra en función del factor de protección (la disposición en trama urbana, la localización del edificio) y de su exposición (el grado de "baluartización" de los elementos de fachada a la acción del agua y del viento).
Humedades en fachada. La lluvia
La lluvia incide principalmente en las zonas altas de la fachada y, en menor medida, en las zonas inferiores. Aún así, recibe una cantidad de lluvia bastante menor que en la cubierta. Además, si no existiera la presencia de aire, incidiría en menor cantidad debido a que la lluvia caería paralelamente a la fachada. De esta manera, un edificio de mayor altura se mojará en menor medida que un edificio menor de dos plantas debido a la escasa formación de turbulencias. Hay que prestar atención a los cuerpos salientes de la fachada si es que el edificio no está protegido en función de su orientación.
Ahora bien, una vez el agua ya ha alcanzado la fachada, ésta puede captar el fluido por absorción o capilaridad y, el elemento captador del que se compone la fachada, puede llegar a saturarse. Llegado ese punto, se produce una escorrentía de agua hacia las zonas inferiores de la fachada.
La razón por la que se producen escorrentías en la fachada se debe a que el material que compone la piel del edificio es incapaz de absorber más humedad, puesto que la capacidad de absorción del material es menor que la intensidad de lluvia.
Humedades en fachada. La escorrentía
Hay tres razones por las que existen escorrentías en las zonas altas de la fachada cuando llueve. La primera de ellas es porque, a medida que desciende la escorrentía, arrastra materiales (partículas de suciedad en su mayor parte) y el agua se vuelve más densa, disminuyendo su velocidad. Es así como se produce el fenómeno de abrasión. En segundo lugar, a medida que la escorrentía disminuye la velocidad, ésta reduce el aporte de agua y pierde su capacidad de mojado directo.
En tercer lugar, las zonas bajas de la fachada del edificio no están saturadas porque el material favorece la absorción de agua, tanto por mojado directo como por la escorrentía. Esta es una de las razones por las que las partes bajas expuestas a la lluvia no presentan problemas de humedad por la acción de la lluvia y, por el contrario, sí se presentan problemas de humedad en las áreas altas. Esto no quiere decir que no existan otros problemas de humedad en zonas bajas.
Humedad en fachada. Formación de escorrentías.
En cuanto a lo expuesto en el punto anterior, influyen varios factores para que se formen escorrentías en fachada, como la forma de la fachada, su altura, la capacidad de absorción del material y la cantidad de humedad que contenga previamente. Como es lógico, la frecuencia e intensidad de la lluvia, es fundamenta y es el verdadero detonante para la formación de la escorrentía.
Quizá pensemos en la lluvia, tan beneficiosa para la vida, como un elemento inofensivo para nuestro edificio. Sólo hay que recordar el estado de suciedad en el que queda un vehículo después de la lluvia. El agua arrastra materiales y, aparte de mojar y lavar, también abrasa, erosiona física y químicamente.
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